sábado, 6 de octubre de 2007

Dudemos

¿Qué gano con dudar?

Es curiosa la imperiosa necesidad de creer, a muchos nos gusta la estabilidad en la vida, que ya todo esté en orden o por lo menos que alguien se encargue de ello, así la religión se encarga de darnos el sentido de la vida y una esperanza de lo que ha de venir después de esta. También se encarga de decirnos lo que podemos hacer y lo que no, ¡qué bien!, así no tenemos que devanarnos los sesos y tenemos tiempo para trabajar, estudiar o pasar el día frente a la televisión.

Claro, también tenemos las supersticiones y las pseudo ciencias, el arrojar un poco de sal por encima del hombro o retroceder trece pasos si se nos atravesó un gato negro puede protegernos de cualquier calamidad. Y ¿funciona?... pues quién sabe pero por si las dudas...

Y también están los prejuicios, origen de múltiples injusticias, pero que a diferencia de los dos sistemas de creencias anteriores sí pueden tener una utilidad real. Por ejemplo, no dejaré a mi hijo a solas con el cura de una iglesia donde ha habido casos de sacerdotes pederastas.

Además esta la mala imagen que proyecta uno si manifiesta dudas. Tal vez le tachen de una persona inestable, inmadura, revoltosa, antisocial o cualquier otra lindura. Incluso si usted se empecina en poner en duda "verdades obvias y fundamentales" le llamarán hereje.

Por lo tanto ¿que beneficios hay en que yo deje una cómoda credulidad, aceptada por la mayoría y quede en una posición socialmente desfavorable, especialmente en comunidades muy religiosas? Veamos a continuación tres.

Primero: Poner en duda que una iglesia representa a un ser celestial no visto me puede ahorrar un poco o un mucho de dinero. Lo mismo si es cierto para el lector de las cartas consultado infructuosamente durante años.

Segundo: Si le doy tanta importancia a la verdad entonces trataré de comprobar si lo que me dicen es cierto. Esta acción: Comprobar es uno de los principios fundamentales de la ciencia. De modo que me acercaré más al tan deseado conocimiento de como son las cosas en realidad con el mejor método conocido hasta ahora por el ser humano: el método científico.

Tercero: La libertad. Y muy importante, la libertad de pensar. Nadie me puede imponer sus ideas. Cada uno tiene la libertad de desechar lo que le parezca ilógico, inútil o francamente perjudicial. Así un clérigo no me podrá presionar para que vaya a morir inútilmente a una guerra "santa".

Es maravillosa y liberadora la capacidad de dudar.

Así pues, dude y conserve su dinero, busque la verdad y sea libre.

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